Demasiado grande para verlo
Es fácil perder la perspectiva. Llevamos ya más de doscientos años de revolución industrial y damos por sentado que está aquí para quedarse. Olvidemos por un momento esos cuatro mil millones de personas que viven en los países pobres; si nos centramos en la feliz Europa, se diría que la miseria y la ignorancia de otras épocas han quedado atrás. Hace al menos dos generaciones que nadie pasa hambre por aquí, todos estamos alfabetizados, nadie se muere de apendicitis ni se contagia de polio. Es difícil encontrar alguien menor de cuarenta años que sepa por dónde diablos se agarra un arado, no digamos cuándo se plantan las berzas. La ciencia y el progreso han triunfado, ¿Verdad?
Pues no. Todavía no.
Estos últimos doscientos años sólo han sido, de momento, un maravilloso paréntesis, un simple respiro en la historia de la especie. Hemos ido cada vez más rápido, incorporando más y más cambios en nuestra tecnología y nuestra economía, pero no hemos asegurado nada. De momento vivimos de prestado, despilfarrando unos recursos para los que no tenemos previsto ningún recambio. Hemos ido acelerando más y más hasta que hoy, año dos mil siete, parece que el modelo empieza a dar señales de agotamiento. No es sólo que los venenos químicos se hayan acumulado en nuestro organismo hasta dejar a los chavales casi estériles. No es sólo que las abejas estén muriendo en masa. No es sólo que los mares estén ya prácticamente esquilmados. No es sólo el cambio climático. Es que hay señales de que la gasolina se nos está acabando.
¿Habéis oído hablar de Richard Duncan y su "Teoría de Olduvai"? Él defiende que la era industrial será "Un pulso terriblemente corto que durará aproximadamente cien años (desde 1930 hasta 2030), con un punto más alto que corresponde al cénit mundial de la utilización per cápita de energía, que se alcanzó en 1979" (Richard Heinberg, "Se Acabó la Fiesta").
Me apuesto algo a que os he sorprendido. Me apuesto algo a que os esperabais una advertencia para el futuro, algo así como "si no cuidamos nuestros recursos, nuestros hijos tendrán que apretarse el cinturón". Pues no: la cosa está bastante peor que eso.
Según Richard Heinberg, el colapso de la civilización industrial vendrá marcado por varios "picos" sucesivos. El primero fue el que acabamos de ver, el pico mundial de la producción de energía per cápita.
El segundo, el pico mundial de disponibilidad de energía neta: es cierto que cada vez se produce más energía, pero también lo es que cada vez resulta más cara de producir. Según Heinberg, está bastante claro que también hemos superado éste, pero no se sabe exactamente cuándo: probablemente fue en algún momento entre 1985 y 1995.
El tercero, el pico en la extracción mundial de petróleo: es posible que estemos ahora mismo en esa situación, aunque todavía puede alargarse unos años.
El cuarto, el pico mundial en la producción de energía total, que coincidirá probablemente con el anterior
El quinto, el colapso de la economía mundial a causa de la energía, aunque hay posibilidades de que se produzca antes un verdadero crack económico, como ya dije otro día.
El sexto, el desplome de las redes eléctricas.
Y después vendrá la oscuridad.
Y ya sé, ya sé que las placas solares/el biodiesel/la energía nuclear (de fisión según los realistas, de fusión según los optimistas)/los molinitos/La Virgen de Fátima salvarán a la Humanidad. No es éste el lugar para discutir tales cuestiones, mejor entrad en www.crisisenergetica.org y os enteráis allí.
Durante cuarenta mil años vivimos al borde de la supervivencia, sometidos a pestes periódicas, rezando a mil dioses extravagantes para que la lluvia llegase a tiempo y el hambre se alejase un año más. Cuarenta mil años, y nos creemos que en sólo doscientos hemos conseguido derrotar para siempre nuestros viejos enemigos.
Si me decís que soy un agorero os contestaré: ojalá.
Pues no. Todavía no.
Estos últimos doscientos años sólo han sido, de momento, un maravilloso paréntesis, un simple respiro en la historia de la especie. Hemos ido cada vez más rápido, incorporando más y más cambios en nuestra tecnología y nuestra economía, pero no hemos asegurado nada. De momento vivimos de prestado, despilfarrando unos recursos para los que no tenemos previsto ningún recambio. Hemos ido acelerando más y más hasta que hoy, año dos mil siete, parece que el modelo empieza a dar señales de agotamiento. No es sólo que los venenos químicos se hayan acumulado en nuestro organismo hasta dejar a los chavales casi estériles. No es sólo que las abejas estén muriendo en masa. No es sólo que los mares estén ya prácticamente esquilmados. No es sólo el cambio climático. Es que hay señales de que la gasolina se nos está acabando.
¿Habéis oído hablar de Richard Duncan y su "Teoría de Olduvai"? Él defiende que la era industrial será "Un pulso terriblemente corto que durará aproximadamente cien años (desde 1930 hasta 2030), con un punto más alto que corresponde al cénit mundial de la utilización per cápita de energía, que se alcanzó en 1979" (Richard Heinberg, "Se Acabó la Fiesta").
Me apuesto algo a que os he sorprendido. Me apuesto algo a que os esperabais una advertencia para el futuro, algo así como "si no cuidamos nuestros recursos, nuestros hijos tendrán que apretarse el cinturón". Pues no: la cosa está bastante peor que eso.
Según Richard Heinberg, el colapso de la civilización industrial vendrá marcado por varios "picos" sucesivos. El primero fue el que acabamos de ver, el pico mundial de la producción de energía per cápita.
El segundo, el pico mundial de disponibilidad de energía neta: es cierto que cada vez se produce más energía, pero también lo es que cada vez resulta más cara de producir. Según Heinberg, está bastante claro que también hemos superado éste, pero no se sabe exactamente cuándo: probablemente fue en algún momento entre 1985 y 1995.
El tercero, el pico en la extracción mundial de petróleo: es posible que estemos ahora mismo en esa situación, aunque todavía puede alargarse unos años.
El cuarto, el pico mundial en la producción de energía total, que coincidirá probablemente con el anterior
El quinto, el colapso de la economía mundial a causa de la energía, aunque hay posibilidades de que se produzca antes un verdadero crack económico, como ya dije otro día.
El sexto, el desplome de las redes eléctricas.
Y después vendrá la oscuridad.
Y ya sé, ya sé que las placas solares/el biodiesel/la energía nuclear (de fisión según los realistas, de fusión según los optimistas)/los molinitos/La Virgen de Fátima salvarán a la Humanidad. No es éste el lugar para discutir tales cuestiones, mejor entrad en www.crisisenergetica.org y os enteráis allí.
Durante cuarenta mil años vivimos al borde de la supervivencia, sometidos a pestes periódicas, rezando a mil dioses extravagantes para que la lluvia llegase a tiempo y el hambre se alejase un año más. Cuarenta mil años, y nos creemos que en sólo doscientos hemos conseguido derrotar para siempre nuestros viejos enemigos.
Si me decís que soy un agorero os contestaré: ojalá.
Labels: apocalipsis, crisis energética, peak oil
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