Sunday, November 13, 2005

Puliendo la Joya I

Recien llegado de las vacaciones vuelvo con vosotros, mis hipotéticos seguidores. Os había prometido un análisis demoledor de la diatriba que reproduje en la entrada anterior, la “pequeña joya” firmada por Carbayoncete. El análisis llegará, os lo prometo, pero voy a tomármelo con calma. Ahora mismo no me siento con fuerzas para lanzarme a la batalla contra el españolismo militante. Después de mi semana libre me encuentro en una disposición plácida, tolerante y optimista, y me da una tremenda pereza envenenarme la sangre, cabrearme por cosas que no tienen arreglo posible, y retorcer mis neuronas para desentrañar los tortuosos procesos mentales del franquismo reciclado. Que no, hombre, que no me voy a amargar la existencia. No me van a fastidiar la fiesta estos neoinquisidores.
En vez de eso, vamos a reirnos un rato. La cosa tiene guasa, bien mirado. ¿De qué va este Carbayoncete, este mentecato? ¿De mártir? ¿De héroe? Toda esa sangre y esos miembros amputados, todo ese llanto y ese sufrimiento, ¿A santo de qué vienen? Estábamos hablando de la reforma del estatuto, y este tipo nos saca las persecuciones de Diocleciano, o poco menos. Pero a ver, ho, ¿Dónde están esas bandas de asesinos que enrojecen la tierra? ¿Dónde, esos pobres bosnio-españolistas, oprimidos por las instituciones autonómicas? ¿En Colloto? ¿En Degaña? ¿De qué diablos nos hablas, Carbayoncete?
En este blog me he burlado de los judíos americanos y de los negros, por su victimismo y su demagogia. Evidentemente, unos y otros empalidecen ante la prepotencia, la chulería, las mentiras de los españoles militantes. Por lo visto, esta gente necesita su ración de vísceras y sangre para sacrificar en el altar de la patria: si no, no se quedan contentos. Desde Santiago Matamoros hasta la Guerra del Ifni, una interminable hilera de cadáveres sanguinolientos pavimenta el sendero glorioso de la patria. Ahora nos llega el último episodio de la gesta española, claro: la lucha contra el enemigo separatista. Cambia el paisaje, cambia el enemigo, pero España es la misma de siempre, desde Viriato: mártires y héroes, santos y guerreros. Carbayoncete odia con pasión a una gente que no le ha hecho nada (yo, por ejemplo), pero él no tiene la culpa, claro: son “los otros”, los malos, quienes le obligan a odiar, los que quieren sembrar España de muertos para imponer la segregación racial según el RH-.Yo sigo preguntándome que tiene que ver toda esta diarrea mental con la reforma del estatuto, pero en fin…

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