Wednesday, June 08, 2005

Érase una vez en Ucrania (II)

Sigo citando el artículo de Valentyn Moroz:

Moscú comprendió que si se consentía que este proceso continuase otra década, el imperio Ruso Soviético se quebraría a lo largo de las líneas nacionales, igual que había hecho el imperio Austro-Húngaro al acabar la Primera Guerra Mundial. Los dirigentes del Kremlin comprendieron también otra realidad esencial: el imperio sólo podía mantenerse unido mediante el totalitarismo. […]
La esencia de este programa era la aniquilación de la estructura tradicional de aldeas que había sido siempre el sostén de la nación. Stalin reconoció el papel clave de la aldea en el movimiento por la liberación nacional. “La aldea es el mayor ejército en un movimiento nacional”, escribió. “Sin la aldea el movimiento se vuelve imposible. Esto es lo que queremos decir cuando decimos que la cuestión nacional es, en efecto, la cuestión aldeana”.


Si el problema estaba en las aldeas, bastaba eliminar las aldeas para terminar con el problema. Lógico, ¿Verdad? No fue necesario organizar complicadas deportaciones ni campos de exterminio: los rusos, sencillamente, confiscaron las cosechas de todo el país y dejaron que los campesinos se muriesen de hambre.

Las cifras del censo de 1926 y 1939 indican que la población ucraniana disminuyó un diez por ciento durante el periodo, mientras que el número de rusos aumentó un 27 por ciento. La razón de este asombroso contraste fue explicada por un testigo de la hambruna de 1933: “Había dos pueblos en la frontera entre la República Socialista Soviética de Ucrania y la República Socialista Soviética Rusa. En el lado ucraniano todo fue requisado, en el lado ruso había impuestos normales sobre el grano y todo iba según el plan. Los ucranianos se subían a los techos de los trenes que pasaban y viajaban a Rusia para comprar pan”.

Los ucranianos se morían de hambre y la URSS exportaba trigo. Hay quien calcula que murieron siete millones de personas. Al mismo tiempo, los rusos organizaron eficientemente el exterminio de la intelectualidad ucraniana.

En la primavera de 1933, mientras millones de campesinos ucranianos morían de inanición, las fuerzas soviéticas llevaban a cabo ejecuciones masivas por toda Ucrania. Dos grupos de población estaban marcados para el exterminio: la intelectualidad y los comunistas ucranianos que hubiesen pertenecido a otros partidos en el pasado.
Los historiadores han concluido que Ucrania perdió un 80 por ciento de sus intelectuales creativos durante la década de 1930. Al final, la cultura ucraniana sufrió aún más que los campesinos.


La cosa fue rápida: todo se resolvió entre 1931 y 1933, y para 1934 el peligro secesionista estaba totalmente desactivado. Si en 1927 el partido denunciaba la resistencia a la ucranización, hacia 1934 la doctrina había dado un vuelco:
Tanto el Pleno de 1933 como el 12 Congreso del Partido Comunista de Ucrania en enero de 1934 declararon que “El mayor peligro de Ucrania es el nacionalismo local ucraniano”. […] en el 12 Congreso […] Postishev [el enviado de Moscú] declaró que “1933 fue el año de la derrota de la contrarrevolución nacionalista ucraniana.”

La derrota de la sinrazón nacionalista, de los fanáticos de la patria, siempre es una buena noticia, ¿Verdad? Postishev era el enviado plenipotenciario de Moscú, llegó a Ucrania en 1933 y no tuvo empacho, ya acabado el genocidio, en pegarles un tirón de orejas a los ucranianos:

Postishev, […] lo dijo claramente: “Los errores y ceguera del Partido Comunista de Ucrania para comprender la política del partido en lo tocante a las nacionalidades fue una de las razones principales para el colapso de la agricultura en 1931-1932."

¿Lo veis, ucranianos bobos? ¡Si la culpa fue vuestra! Uno empieza pidiendo la oficialidad de no sé qué idioma inventado, y al final se mueren siete millones de hambre. Si es que el nacionalismo sólo trae desgracias…
¿Os ha gustado la historia? Tengo otra preparada igual de buena.
-----------
Si queréis saber más sobre el tema, podéis visitar http://www.faminegenocide.com/