Un Apacible Paseo (II)
Os contaba yo en la entrada anterior que mi paseo había sido muy instructivo. Dejad que vaya a la segunda parte, para que terminéis de comprender por qué.
Caminamos hasta el parque Purificación Tomás. Pura Tomás, por si no lo sabéis, era hija de Belarmino Tomás, uno de los cabecillas del 34, héroe del nacionalismo asturiano, presidente del Consejo Soberano de Asturias y León en 1937. Belarmino Tomás le dio a la historia de Asturias un episodio reciente de soberanía bastante más extremo que Maciá y Aguirre juntos, en Cataluña y el País Vasco. Pero eso da para otro blog, o mejor, para otra enciclopedia.
Decía yo que entramos en el parque. Hacía una tarde estupenda, ha llovido bastante últimamente, la hierba está lujuriante y la temperatura era perfecta para la caminata.
Éramos los únicos indígenas de todo el parque. Quiero decir que había allí bastante gente, pero todos ecuatorianos. Los mayores jugaban al voleibol y los críos corrían por el prau.
No conozco a todos los ecuatorianos, pero sí puedo afirmar que, como vecinos, me gustan los ecuatorianos que viven en Uviéu. Son gente cortés, no hablan a voces y no arman escenas por la calle, cosa que no se puede decir de los entrañables quinceañeros indígenas.
Allí estaban, disfrutando de la tarde, aprovechando un parque que los carbayones sólo visitan una vez al año.
-¿Y dónde están los indígenas? Pregunté yo.
- En Parque Principado – dijo la mi moza.
Es curioso eso de las diferencias culturales, ¿No? Por lo visto, en Ecuador se piensan que la mejor manera de aprovechar el tiempo libre es llevar los críos a que esparzan por el prau y hacer algo de deporte con los amigos. Los asturianos, en cambio, preferimos pasarnos la tarde paseando por Parque Principado, bien resguardados de la lluvia, los insectos y las espinas que nos amenazarían, Dios nos libre, en el parque. Pasillo adelante, pasillo atrás, como zombis mirando escaparates. ¿Cabrá mayor dicha? Estos ecuatos deben de ser tontos.
Además en Parque Principado los críos pueden aprender los valores de la sociedad de consumo, que les servirán el día de mañana para ser unos perfectos neuróticos, como sus propios padres. Ya sabes, hijo, estudia mucho para poder opositar y encontrar trabajo, con suerte, a los treinta y cinco. O doctórate en economía para conseguir curro de conserje. O hazte ingeniero, seis o diez añitos estudiando, para acabar cobrando menos que un soldador. Y luego harás como papá y mamá, diez horas diarias consagradas al trabajo y los fines de semana, Parque Principado y Salsa Rosa. Y si todavía tienes humor puedes tener un crío, a lo mejor: le compras una Play Station, lo disfrazas de rapero del Bronx y dejas que te lo eduque la tele. ¿Jugar a la pelota? Quita, quita, sólo faltaba que se nos lesionase la criatura. ¿Jugar con palos, correr, mirar cómo florecen los manzanos, saltar a la comba? Eso está pasado de moda. Eso lo hacen los críos de los ecuatorianos.
A lo mejor os extrañáis de que ningún ovetense, fuera de la comunidad inmigrante, se animara a pasear por el parque. Debéis tener en cuenta, también, que la televisión estaba haciéndole una gran competencia a los opacos atractivos de la naturaleza. Según vimos en un bar, durante la primera etapa del paseo, estaban echando un concierto de Las Supremas de Móstoles.
Como para perder el tiempo correteando entre florecillas…
Caminamos hasta el parque Purificación Tomás. Pura Tomás, por si no lo sabéis, era hija de Belarmino Tomás, uno de los cabecillas del 34, héroe del nacionalismo asturiano, presidente del Consejo Soberano de Asturias y León en 1937. Belarmino Tomás le dio a la historia de Asturias un episodio reciente de soberanía bastante más extremo que Maciá y Aguirre juntos, en Cataluña y el País Vasco. Pero eso da para otro blog, o mejor, para otra enciclopedia.
Decía yo que entramos en el parque. Hacía una tarde estupenda, ha llovido bastante últimamente, la hierba está lujuriante y la temperatura era perfecta para la caminata.
Éramos los únicos indígenas de todo el parque. Quiero decir que había allí bastante gente, pero todos ecuatorianos. Los mayores jugaban al voleibol y los críos corrían por el prau.
No conozco a todos los ecuatorianos, pero sí puedo afirmar que, como vecinos, me gustan los ecuatorianos que viven en Uviéu. Son gente cortés, no hablan a voces y no arman escenas por la calle, cosa que no se puede decir de los entrañables quinceañeros indígenas.
Allí estaban, disfrutando de la tarde, aprovechando un parque que los carbayones sólo visitan una vez al año.
-¿Y dónde están los indígenas? Pregunté yo.
- En Parque Principado – dijo la mi moza.
Es curioso eso de las diferencias culturales, ¿No? Por lo visto, en Ecuador se piensan que la mejor manera de aprovechar el tiempo libre es llevar los críos a que esparzan por el prau y hacer algo de deporte con los amigos. Los asturianos, en cambio, preferimos pasarnos la tarde paseando por Parque Principado, bien resguardados de la lluvia, los insectos y las espinas que nos amenazarían, Dios nos libre, en el parque. Pasillo adelante, pasillo atrás, como zombis mirando escaparates. ¿Cabrá mayor dicha? Estos ecuatos deben de ser tontos.
Además en Parque Principado los críos pueden aprender los valores de la sociedad de consumo, que les servirán el día de mañana para ser unos perfectos neuróticos, como sus propios padres. Ya sabes, hijo, estudia mucho para poder opositar y encontrar trabajo, con suerte, a los treinta y cinco. O doctórate en economía para conseguir curro de conserje. O hazte ingeniero, seis o diez añitos estudiando, para acabar cobrando menos que un soldador. Y luego harás como papá y mamá, diez horas diarias consagradas al trabajo y los fines de semana, Parque Principado y Salsa Rosa. Y si todavía tienes humor puedes tener un crío, a lo mejor: le compras una Play Station, lo disfrazas de rapero del Bronx y dejas que te lo eduque la tele. ¿Jugar a la pelota? Quita, quita, sólo faltaba que se nos lesionase la criatura. ¿Jugar con palos, correr, mirar cómo florecen los manzanos, saltar a la comba? Eso está pasado de moda. Eso lo hacen los críos de los ecuatorianos.
A lo mejor os extrañáis de que ningún ovetense, fuera de la comunidad inmigrante, se animara a pasear por el parque. Debéis tener en cuenta, también, que la televisión estaba haciéndole una gran competencia a los opacos atractivos de la naturaleza. Según vimos en un bar, durante la primera etapa del paseo, estaban echando un concierto de Las Supremas de Móstoles.
Como para perder el tiempo correteando entre florecillas…
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