Sunday, June 26, 2005

Repaso

Decíamos ayer que las mayores atrocidades de la historia, los peores genocidios, los más indecibles horrores que ha cometido el hombre contra el hombre, han surgido siempre del estado-nación…
-¡Profe, profe!
-Diga, Antuña.
-Que ayer usted nos soltó un rollo sobre Ucrania y Stalin, y no dijo nada del estado-nación ni cosas de esas. Y que dicen los compañeros que a ver si se aclara de lo que está hablando, que ya aburre de tanto divagar.
-Ayer os puse un ejemplo, Antuña. Un ejemplo perfecto, purísimo y evidente, del poder del estado moderno cuando, libre de cortapisas, libre de la presión internacional y de la presión de la opinión pública, decide aplastar una amenaza. Oh, sí…el genocidio ucraniano es más revelador y más instructivo que una enciclopedia entera dedicada a las ciencias políticas.
-Ya, pero es que dicen los compañeros (lo estuvimos hablando en el recreo) que un sólo ejemplo no demuestra nada. Y que la verdadera fuente del sufrimiento, del odio y de las guerras y de las matanzas, no está en las ideologías internacionalistas ni en el estado-nación integrador, sino en los nacionalismos mezquinos, en las patrias y las banderas. Porque los nazis, por ejemplo, eran nacionalistas racistas. Y Sabino Arana defendía ideas racistas, que promovían el odio entre vascos y no vascos. Y de ahí vinieron los horrores del S.XX.
-Mmmm…impresionante. Casi me has convencido. Ahora dime, ¿Qué genocidio o qué guerra civil surgió de los disparates de Arana?
-Pues…la ETA…
-No te pregunto por una banda de nacionalistas tercermundistas nacida al calor del franquismo. Te estoy pidiendo que me digas cuándo desató el PNV una matanza de maketos ¿Cuándo? O, ¿Cuándo provocaron una guerra?
Nunca. En cambio, la integradora y moderna España, en los años de Arana y posteriores, resulta que sí se vio envuelta en guerras y genocidios, ves tú. Mientras Arana anotaba sus delirios racistas y ultracatólicos, la España de la I Restauración andaba empeñada en impedir la secesión de una provincia separatista llamada Cuba. Los horrores de Filipinas y Cuba, donde los españoles inventaron los campos de concentración, son una parte de la historia que genera pocos centenarios, de esos que les gusta tanto celebrar a peperos y sociatas.
Lo de Cuba terminó, no porque los españoles entrasen en razón, sino por puro agotamiento. ¿Cuántas personas, civiles, reclutas y rebeldes, murieron allí inútilmente? ¿Cuatrocientas mil? ¿Tal vez más? Después de Cuba vino la invasión de Marruecos y después la Guerra Civil, gloriosa Cruzada para salvar España de rojos y separatistas.
-Y allí compitieron dos ideologías rivales, fascistas e izquierdas (republicanos, comunistas, socialistas) que compartían sin embargo un ideal nacional español, férreamente centralista.
-Exacto, con algunas excepciones. Los que menos contribuyeron al horror de la Guerra Civil, precisamente, fueron los nacionalistas separatistas. Se les puede acusar de ambigüedad, de cobardía, de estupidez…de muchas cosas, pero no de belicistas ni de genocidas.
-Pero entonces, ¿Por qué tienen tan mala prensa los pequeños nacionalismos, si quienes les acusan tienen tanto que callar?
-Porque son los más débiles. Es muy sencillo emparentar a Sabino Arana con Hitler, cuando sabes que nadie se va a molestar en rebatirte. Mientras tanto, los demás crímenes y “errores” que podrían achacarse a los grandes estados-nación, se silencian o se disimulan.

El estado-nación moderno surge al mismo tiempo que la Revolución Industrial. El desarrollo tecnológico, la mejora de las comunicaciones y, en general, el crecimiento económico, permitieron mejorar las redes burocráticas y los mecanismos represivos en toda Europa. Los excedentes se emplearon en mantener una nueva clase social, los funcionarios, fieles a la mano que los alimentaba. Los funcionarios, uniformados o no, jerarquizados, organizados y disciplinados, sirvieron (sirven aún) para hacer cumplir los caprichos del gobierno de turno hasta el último rincón de la sociedad. Maestros, jueces y policías, intelectuales a sueldo, profesores universitarios y académicos de las distintas “Reales Academias”, militares y sacerdotes, todos seguirían obedientemente los objetivos que el estado considerase “patrióticos”. Con la ayuda de este ejército inmenso se hizo posible encauzar las acciones y las mentes de millones de personas hacia un objetivo único. De repente, las élites europeas se encontraron manejando un poder inimaginable.
El estado se convirtió casi en un ente con vida propia, una superherramienta tan manejable como poderosa. Sólo faltaba un último detalle: justificar todo ese poder. Así nacieron las grandes naciones europeas del S.XIX, el Imperio Británico, Francia, Rusia, Alemania, Italia…y España, por supuesto.
El estado-nación surgió, así, como una acumulación de poder cada vez más monstruosa, más reducida. Una élite de políticos, aristócratas, banqueros y grandes industriales (son categorías no excluyentes) se fue emborrachando cada vez más de soberbia y de codicia. Los filósofos, los historiadores, los poetas justificaron y enaltecieron la nueva gloria de la sociedad industrial. Hegel proclamó que la única divinidad era el “espíritu”, que habitaba colectivamente en toda la humanidad y que se manifestaba a lo largo de la historia…forjando un estado cada vez más centralizado y fuerte. Es decir, según Hegel el estado viene a ser la encarnación de Dios. De Hegel beben, al final, las grandes ideologías totalitarias del S.XX.
-Pero, pero… ¡Eso es pura demagogia!
-¿Por qué lo dices, Antuña?
-¡Porque el S.XIX es el siglo de la libertad, cuando las masas alfabetizadas empezaron a comprender la opresión en la que habían vivido hasta entonces y reclamaron sus derechos! Usted nos habla de Hegel y sus sucesores, nazis y comunistas, pero ignora totalmente las revoluciones liberales, los Estados Unidos de América, el papel de Gran Bretaña como misionera de la libertad y la democracia por medio mundo. Tal vez el estado-nación decimonónico tuviese sus inconvenientes, pero entonces, ¿Eran preferibles sus enemigos, los integristas religiosos, los carlistas y la gente que quería dar marcha atrás?
-Ah, sí, cómo olvidarlo. Finalmente triunfó la variante liberal y capitalista del estado. Ah, Gran Bretaña, libertadora de pueblos, la gloria del imperio mundial… Tengo algo que contaros sobre Gran Bretaña, el liberalismo y el capitalismo. Pero se acaba la clase, otro día seguiremos.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

¿Hay realmente diferencia entre el patriotismo del estado-nación y lo que llamas "pequeños nacionalismos"?
Yo creo que las teorías nacionalistas en ambos casos son parecidas, y si bien los estado-nación provocaron genocidio o matanzas diversas en nombre de la patria, la bandera, o el brazo incorrupto de Santa Teresa, los pequeños nacionalismos no lo hacen por falta de medios y oportunidad.
Al fin y al cabo, el fin de esos pequeños nacionalismos es convertir su territorio en un estado-nación.
Es cuestión de poder.
No me gusta el estado, pero tampoco el nacionalismo.
¿Qué más me da a mi tener un D.N.I. español o asturiano? Lo que quiero es no tener D.N.I.
¿Qué más me da que la represión la pueda sufrir de la policía española o de la asturiana. No voy a decir que no quiero policías, porque desgraciadamente son necesarios en nuestra sociedad, pero si que les dieran un curso intensivo de derechos humanos y que no fuera el típico matón de barrio o antiguo afectado de acoso escolar al que le dan una pistola.

Ya sé que defiendes un nacionalismo de izquierdas asturiano, supongo que como Andecha Astur o algo parecido.
A parte de la contradicción que supone ser nacionalista y de izquierda, sinceramente no creo que eso sea la solución para Asturias.

Un saludo.

P.S. : Soy el mismo que escribió el comentario sobre Bueno.

11:49 AM  
Blogger Asturchale y Chulo said...

También podría decirse que los pequeños nacionalismos son reacciones a la acumulación de poder que acarrean los grandes nacionalismos.
En 1916 el Imperio Británico enviaba la juventud irlandesa al matadero y los nacionalistas proclamaban que "no se nos ha perdido nada en Flandes". ¿No es eso denunciar las mentiras del poder? Claro que después ellos mismos provocaron una guerra civil que se prolongó en el Ulster hasta ayer.
Soy consciente de que todo el mundo tiene mucho de que avergonzarse, incluidas las izquierdas. Lo único que pretendo en mi blog es igualar la balanza, porque cualquiera diría, oyendo los medios de comunicación, que los crímenes los cometió sólo una parte, y que cualquier ideología que desafíe al estado-nación vigente está viciada de raíz por los crímenes de Arana y compañía. El debate nacional debe superar esas trampas de la propaganda centralista. Cada uno que exponga sus argumentos, pero sin acusar al vecino de "facha" o de "genocida".

Todo el mundo tiene una idea de estado, por tanto una idea de nación: izquierdistas y derechistas. ¿Acaso Garibaldi no fue un nacionalista y un revolucionario de izquierdas? ¿Y los revolucionarios tercermundistas, casi sin excepción? La cuestión nacional acaba surgiendo, por mucho que se quiera soslayar: basta ver el ejemplo ucraniano.

En cuanto a Asturies, nunca podrá salir del marasmo actual sin un cambio de mentalidad radical, incluyendo un cambio en la idea vigente de nación. El españolismo covadonguista es un lastre, y no tiene vigencia en los tiempos del tripartito y el Plan Ibarretxe. Estamos desfasados. Incluso sin necesidad de apoyar explícitamente una doctrina nacionalista asturiana, creo que cualquiera puede estar de acuerdo en la conveniencia de denunciar las mentiras del españolismo rampante.
Todo esto son sólo mis opiniones, naturalmente.
Me alegro de que te estés aficionando a mi blog. Si tienes algún enlace que quieras recomendar, estaré encantado de visitarlo.

12:44 PM  
Blogger Asturchale y Chulo said...

Y sí, por supuesto, el ideal sería que no hubiese ningún estado. Yo creo que en ideal estamos de acuerdo todos: algo así como el "imagine" de Lennon.

12:47 PM  

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