An Gorta Mór
En 1845 saltaron no una chispa, sino dos. Por una parte vino la plaga de la patata: se perdió casi la mitad de la cosecha del año. Por otra, los terratenientes estaban dándose cuenta de que podían sacar muchos más beneficios si conseguían expulsar a los colonos y convertían sus tierras en pastizales. Primero subieron los arrendamientos hasta precios abusivos, forzando a los campesinos a emigrar. Después, cuando llegó el hambre, vieron otra manera más rápida de despejar sus tierras: sentarse a esperar que los ocupantes muriesen de inanición.
Fue La Gran Hambre, An Gorta Mór, que se prolongó hasta 1848 al menos. Como suele ocurrir con los grandes genocidios de la Humanidad, nunca sabremos cuántas fueron las víctimas. Suele decirse que hubo un millón y medio de muertos, a los que hay que sumar los millones de personas que emigraron forzadas por el hambre. Las condiciones del viaje eran infrahumanas. A los barcos que llevaban los emigrantes a América los llamaban coffin ships, barcos ataúd. En el censo de 1841, la isla tenía 8,2 millones de habitantes: en 1851 eran 6,5 millones.
Inglaterra, en general, permaneció impasible: hubo incluso reacciones regocijadas. Para paliar la catástrofe hubiera sido suficiente con distribuir otros alimentos entre la población, distintos de las patatas. Mientras los irlandeses morían de hambre, se agolpaban los barcos en los muelles de Dublín, cargados de pollería, vacas, ovejas y verduras de todo tipo... para Inglaterra. El gobierno conservador, en Londres, no sólo no impidió estas exportaciones sino que limitó estrictamente las medidas de socorro y entorpeció la ayuda internacional. Según decían, existía el peligro de que la gente se acostumbrase a la caridad y se volviese perezosa. Es un argumento muy querido del liberalismo. Otros decían que, si se daba dinero a los irlandeses, comprarían armas y se rebelarían de nuevo.
Fue un genocidio imperialista y racista, pero también fue un sacrificio ofrecido en el altar del capitalismo. En 1845, después de todo, no hubo violencia ni se alteraron las leyes. No hubo batallones de exterminio ni campos de concentración. Sencillamente se dejó que las leyes del mercado actuasen por sí mismas, sin consentir que absurdos sentimentalismos se interpusieran en la búsqueda del máximo beneficio. Si un propietario decide subir el arrendamiento hasta un precio imposible de pagar, ¿Por qué no va a hacerlo? Si su colono no puede pagar, ¿Por qué no desahuciarlos a él, su mujer y sus cinco hijos, y dejarlos deambulando por los caminos? Si los labradores pierden la cosecha de patatas y no pueden pagar verduras ni carne, ¿Por qué no embarcarlas a los mercados de Inglaterra, donde pagan bien? Si soy el honorable lord Haddox y pago mis impuestos, ¿Por qué debería tolerar que el gobierno se los gaste en alimentar a esos piojosos papistas holgazanes de Irlanda? ¡Si quieren comer, que trabajen!
Es estricta lógica. Después de todo tampoco el genocidio de la esclavitud, que se llevaba a cabo hacia la misma época, fue cometido en nombre de ningún ideal: los negreros eran simplemente buenos empresarios.
"Siempre he sentido un cierto horror de los economistas políticos, desde que oí a uno decir que se temía que la hambruna de 1848 en Irlanda no matase más de un millón de personas, y que eso apenas sería suficiente para hacer algún bien". Benjamin Jowett, profesor de Balliol. El economista era Nassau Senior, consejero del gobierno británico.
¡Qué! ¿Os creíais que sólo nazis y comunistas tenían crímenes a cuestas?
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http://www.humboldt1.com/~history/lexiso/
http://www.socialequality.org.uk/potato.shtml
http://homepage.tinet.ie/~earrings/irish_potato_famine.html
El hambre de la patata es una parte importantísima de la identidad irlandesa, un trauma nacional casi tan importante como Auschwitz para Israel. Si gugleáis "potato famine" os encontraréis 112.000 entradas. Sólo tenéis que pinchar y leer...
Fue La Gran Hambre, An Gorta Mór, que se prolongó hasta 1848 al menos. Como suele ocurrir con los grandes genocidios de la Humanidad, nunca sabremos cuántas fueron las víctimas. Suele decirse que hubo un millón y medio de muertos, a los que hay que sumar los millones de personas que emigraron forzadas por el hambre. Las condiciones del viaje eran infrahumanas. A los barcos que llevaban los emigrantes a América los llamaban coffin ships, barcos ataúd. En el censo de 1841, la isla tenía 8,2 millones de habitantes: en 1851 eran 6,5 millones.
Inglaterra, en general, permaneció impasible: hubo incluso reacciones regocijadas. Para paliar la catástrofe hubiera sido suficiente con distribuir otros alimentos entre la población, distintos de las patatas. Mientras los irlandeses morían de hambre, se agolpaban los barcos en los muelles de Dublín, cargados de pollería, vacas, ovejas y verduras de todo tipo... para Inglaterra. El gobierno conservador, en Londres, no sólo no impidió estas exportaciones sino que limitó estrictamente las medidas de socorro y entorpeció la ayuda internacional. Según decían, existía el peligro de que la gente se acostumbrase a la caridad y se volviese perezosa. Es un argumento muy querido del liberalismo. Otros decían que, si se daba dinero a los irlandeses, comprarían armas y se rebelarían de nuevo.
Fue un genocidio imperialista y racista, pero también fue un sacrificio ofrecido en el altar del capitalismo. En 1845, después de todo, no hubo violencia ni se alteraron las leyes. No hubo batallones de exterminio ni campos de concentración. Sencillamente se dejó que las leyes del mercado actuasen por sí mismas, sin consentir que absurdos sentimentalismos se interpusieran en la búsqueda del máximo beneficio. Si un propietario decide subir el arrendamiento hasta un precio imposible de pagar, ¿Por qué no va a hacerlo? Si su colono no puede pagar, ¿Por qué no desahuciarlos a él, su mujer y sus cinco hijos, y dejarlos deambulando por los caminos? Si los labradores pierden la cosecha de patatas y no pueden pagar verduras ni carne, ¿Por qué no embarcarlas a los mercados de Inglaterra, donde pagan bien? Si soy el honorable lord Haddox y pago mis impuestos, ¿Por qué debería tolerar que el gobierno se los gaste en alimentar a esos piojosos papistas holgazanes de Irlanda? ¡Si quieren comer, que trabajen!
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3 Comments:
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